Imagina poder estar reunido con un grupo de personas similares a ti, con una trayectoria profesional importante y experiencia de vida, que les interesa lo que les vas a decir. Te escuchan, te preguntan qué deseas y además te dan sus recomendaciones para que lo logres. Suena bien ¿no?
Eso es un Grupo de Codesarrollo Profesional.
En los últimos años, mi vida profesional e inclusive la personal han girado en torno del coaching. Esta interesante y poderosa disciplina, principalmente por la sencillez de sus bases, se ocupa de facilitar procesos de acompañamiento de personas en pro de su desarrollo y avance en sus objetivos individuales o grupales tratando de que este avance sea lo más rápido y efectivo posible. Las herramientas que se ocupan para desarrollar un proceso de coaching están totalmente relacionadas con las habilidades y herramientas de comunicación al nivel más profundo. Saber escuchar y preguntar cobran una importante relevancia al coachar a una persona o grupo de personas, sin embargo el uso del lenguaje en todo su esplendor, tanto verbal como no verbal, provocan en los involucrados en el proceso de coaching un enorme vacío positivo que invita a ser llenado, o dicho de otra forma, ocasiona que los participantes sean succionados por nuevas opciones y posibilidades que se encuentran justamente en ese vacío.
A pesar de lo maravilloso que he encontrado vivir desde el lado de ser “rápido y curioso” como coach, no me he cerrado a buscar qué más puedo hacer. En este camino encontré los Grupos de Codesarrollo Profesional (GCP).
Lo primero que me gustó fue lo sencillo del proceso que consta de 7 pasos tomados de una práctica del sentido común, sin que por ello no reconozca la creatividad de sus desarrolladores.
Lo que me ocupa en este artículo es el hablar cómo se complementan, desde mi punto de vista, el coaching y los GCP.
El coaching es un proceso de acompañamiento al igual que los GCP. Ambos tienen como base el uso del lenguaje y todas las habilidades de comunicación. Los dos procesos requieren de un facilitador, que en el caso del coaching es el Coach y en el GCP el Animador. Este rol (de facilitador) requiere tener grandes habilidades de comunicación y también de enfoque. En ambos casos se requiere dejar el ego fuera del proceso y en su lugar poner a la ayuda (el dar como principio de vida) al frente de las intenciones de la persona en el rol.
Tanto en un proceso de coaching como en uno de GCP, el cliente o la persona para la cual se está llevando a cabo el proceso, es el que dicta la agenda. No dista mucho la forma de pedir al cliente que defina y aterrice específicamente lo que quiere lograr. En ambos casos se utilizan tanto la escucha activa (yo diría holística pues tiene que ver con el todo del cliente) como el saber preguntar para ayudar al incumbente a ir provocando revelaciones, o como dicen los doctos “insights”. Me parece que en gran parte del proceso de GCP el coaching es un aliado invaluable.
La parte a la que debo confesar no estaba muy acostumbrado, es la que GCP dedica un largo periodo: dar recomendaciones. Como coach e inclusive por mi forma natural de ser, el mantenerme neutral y ayudar a que la gente decida qué hacer ha arraigado en mí un freno para decir “yo te sugiero” o “deberías hacer”, “creo que tú podrías” y demás formas de dar consejos.
En los GCP se valora mucho la experiencia de los participantes lo cual los convierte en consultores. Esta gran diferencia versus el coaching, agrega un componente interesante, en donde a diferencia del primero, en los GCP existen expertos de vida que complementan, incrementan y facilitan nuevos marcos mentales, puntos de vista y posibilidades para el cliente. Si bien el Animador nunca deja de facilitar, no es el único actor además del cliente. Es más, el mismo Animador se convierte en un doble jugador que facilita y recomienda, aunque todo en su momento preciso.
Además, aunque en el coaching el Coach aprende del mismo cliente y de sí mismo, en los GCP tenemos una etapa para compartir los aprendizajes de los participantes en cada sesión. Es como si tuviera uno acceso a una biblioteca de casos y sus diferentes opciones de resolución cada vez que se reúne el grupo. Claro que cada pregunta que se hace, cada duda que se pide que se aclare y cada recomendación otorgada dice más del que la expresa que del que está del otro lado de la línea.
Encuentro que la metodología de GCP más allá de limitar o ceñir el proceso a 7 pasos, invita a ser creativo para potenciar las oportunidades del cliente y utilizando ambas metodologías se puede incrementar la efectividad de los resultados para todos los que participan en los grupos.
Sigo aprendiendo de los participantes, ya que cada vez que he tenido una sesión, se comentan casos que no se me habían ocurrido, o mejor aún, me han pasado e inclusive me están pasando y no había platicado con alguien, y en verdad me sirven los comentarios además de que me hace salirme de mi propio marco de referencia para verlo desde fuera y con ello poder sugerir.
Encuentro especialmente interesante utilizar los GCP para gente que tiene un nivel similar en cuanto a educación, sin importar su profesión y/o experiencia. Esta herramienta toma lo que hay y ayuda a comenzar desde donde se encuentra el individuo. En eso también se parece al coaching, se trabaja con la materia prima existente (conocimientos, experiencia, habilidades) y sobre todo con una materia muy importante: la gris.
Los pasos que se siguen en un GCP están plagados de oportunidades de utilizar las habilidades que se desarrollan con el coaching.
En un GCP se comienza conociendo a los participantes, lo cual no requiere de mayor ciencia que estar abiertos, escuchando y siendo empático, además de querer compartir”se” (en el buen sentido) con los demás integrantes.
En algún momento, dependiendo de la agenda que el Animador siga, se define cuál será el orden de exposición de casos para las sesiones de consulta.
En cada una de estas reuniones los pasos serán los mismos, desde el seguimiento del caso anterior, si es que ya hay alguno, hasta el compartir los aprendizajes de los integrantes del grupo.
Hablando de habilidades utilizadas por el coaching, todas las etapas requieren de una muy buena habilidad de escucha activa para que el proceso funcione. Prender oído, vista, tacto y olfato como un buen escucha requiere. Yo diría que hacer mucho rapport para provocar mayor empatía y crear así un buen ambiente que agregará mayores probabilidades de éxito.
Y sin darle la exclusividad al coaching en el uso del cuestionamiento, usar esta potente competencia que potencializa a esta disciplina se vuelve crucial. Hacer preguntas y cuestionamientos que lleven al cliente a donde no había estado y desde ahí ayudarlo a que haga su petición de ayuda, lo deja justamente en un punto de palanca que lo ayudará a llegar a donde quiere. Acompañar al cliente en el proceso de darse cuenta de qué necesita, qué quiere, qué puede o no es el reto. “Empujar” al cliente a que distinga entre “quieres cambiar o huir”, “necesitas o quieres”, “piensas o te dijeron”, “no te interesa o no sabes enfrentarlo”, y tantos otros giros que puede tomar la idea inicial que tenía al iniciar el proceso, para dejarlo listo para que “espejearlo” en todas sus expresiones verbales y no verbales para que de alguna manera pueda llegar a la base misma de su plataforma de lanzamiento.
Por supuesto que, como en el coaching, existe un elemento muy importante que es el acompañamiento de la persona que se abre y se vuelve vulnerable ante otros. Ese caminar del cliente custodiado por gente que lo entiende, lo apoya y lo “copilotea” para que no ceje en su empeño.
Y como una buena sesión de coaching se cierra con dos etapas muy importantes: ¿Qué aprendiste? que incluye a cada uno de los involucrados, y ¿qué vas a hacer con todo esto? para el cliente beneficiario de la sesión de consulta.
Para mí, existe mucha sinergia entre los GPC y el coaching. ¿Qué más podría pedir si me encanta hacer coaching y además tengo la posibilidad de compartir mis conocimientos y experiencia desde un muy empoderado rol de Animador, o desde un confiado y asertivo consultor que agradece la oportunidad de compartir lo que seguramente le va a servir a alguien a avanzar en este difícil mundo profesional, y de paso en el personal.